Si bien la historia no va a cambiarles la vida, ni a dejarles una súper mega enseñanza, les puedo asegurar que les va a gustar. Es sólo una historia. La anécdota de un chico que ve partir a su hermano sin saber el motivo. La historia de dos hermanos que, con el paso del tiempo, vuelven a encontrarse.
En este libro se trata el tema del SIDA; algo que tal vez hoy en día no causa mucha conmoción, pero aun así debemos recordar que este texto de Santa Ana salió a la luz en los ’90. En esa época se desconocían las causas de la enfermedad, y la gente era más cerrada. La discriminación junto con el prejuicio estaba a la orden del día, por lo que no hace falta aclarar que el libro apunta también a eso.
Desde mi punto de vista, fue muy bueno. Es uno de los pocos libros argentinos que me ha gustado, debo añadir. La forma tan simple y sencilla con la que se trató el tema del SIDA, e incluso los pocos o muchos buenos mensajes que da. Hay frases memorables. Inolvidables. Son de ese tipo de frases que se quedan en la mente, y duran un tiempo. Este libro me movilizó de formas inexplicables. Yo tengo una relación muy singular con mis hermanos. Muy unida y visceral. El mero hecho de pensar en perder a alguno de ellos, sinceramente me provoca un dolor indescriptible. Con ‘Los ojos del perro siberiano’ experimenté tantas cosas, que reí y lloré al mismo tiempo. En cuanto al nombre del libro... no se preocupen. Lo explica. Todo tiene su razón.
Este no es un cuento feliz. No es una historia llena de adrenalina y fantasía.
Es la vida real, donde la gente muere, y tenemos que aprender a lidiar con ello.
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